—Gracias —respondió intentando tomarse el cumplido como lo que era (algo sencillo y verdadero), en lugar de sentirse mal por la posibilidad de retroceder, de tener veinticinco años y un trabajo con un salario mínimo, y no estar persiguiendo nada en realidad. Por no estar moviéndose hacia una vida más plena—. Creo que será bueno. Al menos, por ahora.