menos que se sea uno de esos raros mutantes virtuosos de la fuerza bruta, uno se da cuenta de que el tenis de competición, como los fondos monetarios, requiere un pensamiento geométrico, la capacidad de calcular no solo tus propios ángulos sino también los ángulos de respuesta a tus ángulos. Debido a que la expansión de las respuestas posibles es de segundo grado, uno tiene que pensar en las próximas n jugadas, donde n es una función hiperbólica limitada por el seno del talento del oponente y el coseno del número de jugadas que ya se han efectuado en el partido (más o menos)