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Jane Smiley

  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    Sabes? –dijo–. Me das un poco de miedo. Desde siempre. ¿No te parece curioso?
    Yo pensé: «¿Comparado con quién?», pero dije:
    –No te creo.
    –Es verdad. Apenas sonríes, por lo menos no del modo en que sonríe la mayoría de la gente. Cuando una persona llama tu atención, te quedas mirándola fijamente, pero no sonríes, no le haces saber que no la estás juzgando. Y eres alto hasta aburrir.
    –Ah, ¿también te aburro?
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    Tengo treinta y cinco años y creo que he alcanzado la edad del desconsuelo. Otros llegan antes. Casi nadie llega mucho después. No creo que sea por los años en sí, ni por la desintegración del cuerpo. La mayoría de nuestros cuerpos están mejor cuidados y más atractivos que nunca. Es por lo que sabemos, ahora que –a nuestro pesarhemos dejado de pensar en ello. No es sólo que sepamos que el amor se acaba, que nos roban a los hijos, que nuestros padres mueren sintiendo que sus vidas no han valido la pena. No es sólo eso, a estas alturas tenemos muchos amigos y conocidos que han muerto; todos, en cualquier caso, tendremos que enfrentarnos a ello, antes o después. Es más bien que las barreras entre nuestras propias circunstancias y las del resto del mundo se han derrumbado a pesar de todo, a pesar de toda le educación recibida. Dios mío, si existes, deja que ese cáliz pase de largo. Pero cuando tienes treinta y tres años, o treinta y cinco, el cáliz llega a tus manos y no puedes desentenderte de él, es el mismo cáliz de dolor del que beben todos los mortales
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    Creo que Dana nos ha debido de hechizar o algo porque yo tampoco tenía ganas de ir al campo. Miré el reloj. Eran las diez. Estábamos a tiempo de dar media vuelta y llegar a casa antes del almuerzo, pero no lo hice. Allí no había sitio para nosotros. Cuando pasamos por el siguiente supermercado Kmart, me metí en el aparcamiento de un volantazo y las llevé directas a la sección de juguetes
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    ¿Cómo te hace sentir, pues, la certeza de que tu mujer ama a otro hombre? Todos los sentimientos se manifiestan tanto en el cuerpo como en la mente, eso es lo que él había dicho. Pero los nervios, en su mayoría, acaban en la superficie, a merced de los vientos de los apremios mundanos
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    pensé en el alma, ese protoplasma nacarado que habita en la celda del ser, en sus débiles manos traslúcidas cogiendo los barrotes, empujando, tirando, ansioso por salir
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    Hasta anoche, todavía pensaba que igual era cosa mía, que tal vez estaba leyendo mal las señales. –Dana negó con la cabeza–. Entonces, ¿te quedas o te vas?
    –Me quedo.
    –¿Estás segura? –Asintió, y yo seguí diciendo–: No hablemos de esto durante un tiempo, ¿vale?
    Volvió a asentir. Nos miramos. Eran las dos y media.
    Las dos mayores llegarían a casa en cuarenta y cinco minutos.
    Tal vez debería decir que recibí a mi esposa con una gran tristeza, con más tristeza de la que había sentido jamás en mi vida. Tengo la impresión de que el matrimonio es un pequeño contenedor en el que apenas caben unos pocos hijos. Dos vidas interiores, dos seres reflexivos, de la complejidad que sea, que brotan de él, una y otra vez, rompiéndolo, deformándolo. O quizá no sea una cosa en concreto, tal vez no sea nada, tal vez ni siquiera exista. No lo sé, pero no puedo evitar pensar en ello
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    Hay personas a las que no es posible consolar bajo ningún concepto. Y Lizzie es una de ellas. Aparta la manta y se queja del frío que tiene. Le duelen las articulaciones y se niega a tomar ningún medicamento. Un trago de gaseosa le refresca la boca y le produce tanto placer que no toma ninguno más
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    Cuando acordé con Dana que quería ser «un padre involucrado», fui capaz de prever el tiempo que ello conllevaría, pero no el riesgo ni el corazón
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    Al estimular las terminaciones nerviosas de un modo agradable, se merma la capacidad de las neuronas de llevar mensajes de dolor al cerebro y, de este modo, es posible engañarlo
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    Me pregunto si es posible prepararse para las cosas que nos ocurren.
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