Entre sus piernas comienza a concentrarse el calor que precede a una erección, ese burbujeo sanguíneo incontrolable que se espesa alrededor del pene y los testículos, esponjando la carne a la vez que la endurece.
Ufff.
Tiene que parar antes de no poder dominarlo, porque no puede llegar empalmado a la sala de autopsias. Intenta concentrarse en otra cosa. Piensa en el perro al que atropelló un par de semanas antes, en los intestinos del animal esparcidos sobre el asfalto, en su hijo llorando en el asiento de atrás