Ahora me pongo agradecida la armadura que tú has provisto para mí. Me ciño con el cinto de la verdad; atando así todo lo vulnerable de mi feminidad. Primero, mi necesidad de que vayan tras de mí y peleen por mí. Gracias también por ir tras de mí y pelear por mí todos los días.
También ciño a tu plan supremo mi deseo de ser irremplazable. Has puesto este deseo en mí y lo envuelvo con tu verdad, con la esperanza de que tú lo harás. Dame ojos que cada día me permitan ver bajo la luz de tu plan; vivir en la grandeza de tu historia.
Ciño mi deseo para ofrecer vida a través de mis dones y la belleza que me has concedido. Te pido que me continúes revelando y confirmando lo que deseas hacer a través de mí y todo lo que me has dado. Creo que me has llamado por mi nombre y me has dado un amor, una belleza y un don para derramar en mi familia, mis amistades y en todo aquel que pongas en mi camino. Que este día sea una ofrenda de amor derramada ante ti en el altar de mi vida.