Aquellos de mis lectores que están casados recordarán la estimulante y emocionante experiencia de conquistar a la persona elegida. En verdad, probablemente aquella no fue una empresa agotadora y fatigadora, sino, al contrario, algo grato y apasionante para lo cual muchos utilizaron, si no esta misma ciencia que expongo aquí, al menos algunos de sus principios, aunque de una manera inconsciente. El deseo de conquistar a quien nos acompaña en nuestra vida domina sobre los demás pensamientos de la mente cuando la decisión se toma. La convicción de que así sería estaba durante cada minuto del día y quizás hasta en los sueños durante la noche.