Y qué monstruosidad los antepasados, puras historias para enloquecer a los niños.
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cuando somos infelices, actúa de modo más vivaz nuestra memoria
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Como si esto, su vida, fuera la prolongación tardía de alguna guerra
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exagera la niña mientras extiende los brazos como si lo más largo del mundo fuera un metro y medio, un país que se cae del mapa
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no se le pasaba por la cabeza corregirlos ni coserles la boca: volver rectas esas lenguas sueltas, tan vivas, aún sin la espuma de la adultez
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el padre no es capaz de ver a Agustín en esa condición porque advierte ahí, seguramente, su propio declive
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Con la muerte de Agustín, el último miembro de la tribu, se termina la historia. Se acaba Campana. Y al padre no le da el cuero para presenciar ese final
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No sonó, sin embargo, como un reproche sino más bien como una constatación amarga. El estribillo de un vals tan antiguo como la amistad
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que ve ahora no es exactamente una persona: una mudanza, una evaporación, otra cosa ve ahora
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Antes, cuando eran nietas, odiaban el mate. Ahora ¿qué son?