Karen M. McManus

verdad era como un cáncer que me reconcomía por dentro a esas alturas, y yo la había enterrado en lo más profundo para que no emergiese. Sencillamente… se pudrió y me amargó. Tu padre se llevó la peor parte, sin saber siquiera por qué.

Puede que sea de locos cargar con esto de un lado a otro, pero no conozco a esa gente. Y, cuando yo no conozco algo, lo estudio.

Profesor Avery, el teléfono que encontró no era el mío. No tengo ni idea de cómo ha llegado a mi mochila. El mío es este

Únicamente esas palabras, rojas contra un fondo blanco. Desaparecen de la pantalla y aguardo, medio intrigado a mi pesar, a ver qué se lee a continuación. El mismo texto aparece de nuevo: ES HORA DE CAMBIAR DE JUEGO, BAYVIEW. Pues vaya mierda de suspense. Y ya podrían informar a la gente del producto que anuncian. Un trabajo de sobresaliente, publicitarios.

Creo que le conmovió que lo eligiera para una especie de salida del armario, aunque no tengo del todo claro qué significa. Sé que todavía me gustan los chicos y no creo que me haya atraído ninguna chica antes que Keely, si bien es posible que sucediera alguna vez y yo no supiera definirlo. Cuando se lo comenté a Cooper, él me recordó que las etiquetas no importan. «Si te gusta una persona, te gusta», me dijo.