a quedar atrapado cuando se va la electricidad.
Ayudo a Paige a levantarse de su silla y la cargo sobre mi espalda mientras nuestra madre baja la silla los tres pisos por las escaleras. No me gusta cómo se siente el cuerpo frágil y huesudo de mi hermana. Es demasiado ligera, incluso para una niña de siete años, y eso me da más miedo que todo lo demás.
Cuando llegamos al vestíbulo vuelvo a acomodar a Paige en su silla. Le recojo un mechón de cabello oscuro detrás de su oreja. Con sus pómulos altos y sus ojos de medianoche, casi podríamos ser gemelas. Tiene un rostro de hada más marcado que el mío, pero en unos diez años