Lana Bastašic

Fuera adonde fuera, la muerte me esperaba en cada rincón, contando con mi torpeza.

Quizá iría un paso más allá, es capaz de un golpe bajo semejante: quizá ni me nombraría. Me convertiría en un boceto inacabado. Es lo que harías tú, ¿verdad? Perdón, ella. Es lo que habría hecho ella si estuviese aquí. Pero soy yo quien cuenta esta historia. Puedo hacerle lo que me dé la gana. Ella no puede hacerme nada. Ella es cuatro golpes en el teclado. Incluso podría, esta noche, echar el portátil al taciturno Danubio, y entonces ella también desaparecería, sus frágiles píxeles se filtrarían en el agua helada y todo lo que alguna vez ha sido se vaciaría en el lejano mar Negro.

Y todo por qué? Por Lejla Begić, tan ordinaria, con zapatillas de velcro gastadas y, ¡por el amor de Dios!, vaqueros con perlitas cosidas en el trasero. ¿Qué pasó en realidad entre nosotras? ¿Importa realmente? Las buenas historias nunca van de lo que pasa en realidad

Quizá debería hacer un álbum ilustrado sobre nosotras. Algo que nadie excepto ella y yo pudiera comprender.

Nuestro comienzo se repitió varias veces, y me estiraba de las mangas como un cachorro hambriento. Vamos. Vamos, volvamos a empezar. Empezábamos y terminábamos una y otra vez, mientras ella se metía entre las membranas de mi vida cotidiana como un virus

Y lo cierto es que puedes tener a alguien, pero no a ella. No puedes tener a Lejla. A no ser que la sometas, la enmarques y la claves en la pared

empezar por el principio. Tienes a alguien y luego ya no lo tienes. Y esta, más o menos, es toda la historia.

¿seguimos siendo de verdad nosotros cuando nos quedamos congelados para la foto?

mpezar por el principio. Tienes a alguien y luego ya no lo tienes. Y esta, más o menos, es toda la historia. Aunque tú dirías que no se puede tener a otra persona

ncluso ahora, dentro de este texto, noto como se mueve. Si pudiera, se metería entre dos oraciones como una polilla entre dos láminas de una veneciana, para destruir la historia desde dentr