—Muy bien, princesa, creo que es hora de que tu príncipe cuide de ti y te alimente. — Blake me hizo un guiño.
—¿Mi príncipe? —Mi corazón dio un respingo feliz.
—¿No quieres que sea tuyo? —preguntó con una sonrisa juguetona, aunque no se me escapó el modo en el que escaneó mi cara en busca de una respuesta.
—Te he echado de menos. No te imaginas cuánto —le confesé, concentrando todos mis sentimientos en el beso que le di.