es

Werner Herzog

  • Juliana Jaramillohas quoted2 years ago
    Los dos hombres necesitan cada vez más tiempo para reparar su equipo. El clima húmedo lo devora todo, todo se pudre, todo se descompone. En una semana sin peligros a la vista, deciden hacer la colada. Entonces empieza a llover y guardan la ropa medio seca en una bolsa de plástico que han encontrado en una aldea. Al día siguiente sigue lloviendo, y al otro, cuando finalmente deja de llover y sale el sol, encuentran la bolsa de plástico abultada, como un globo a punto de estallar. Todo es blanco por dentro y está lleno de finos hilos, como si un algodón de azúcar hubiera reventado en el interior de la bolsa. Pero en realidad es el moho, que se ha expandido
  • Miguel Ángel Vidaurrehas quoted2 years ago
    Operará desde la jungla. Su guerra será una auténtica guerra de desgaste. Escaramuzas desde distintos escondites. Será un fantasma intangible, la pesadilla perpetua del enemigo. La suya será una guerra sin gloria.
  • Miguel Ángel Vidaurrehas quoted2 years ago
    Operará desde la jungla. Su guerra será una auténtica guerra de desgaste. Escaramuzas desde distintos escondites. Será un fantasma intangible, la pesadilla perpetua del enemigo. La suya será una guerra sin gloria.
  • Juliana Jaramillohas quoted2 years ago
    —A veces creo —dice Onoda— que las armas tienen algo innato que escapa a la influencia de los humanos. ¿Cobran vida propia una vez que se inventan? ¿Y la guerra en sí, acaso no tiene una especie de vida propia? ¿Sueña la guerra consigo misma? —Después, tras estar inmerso en sus pensamientos durante un buen rato, Onoda vuelve a decir algo que solo se atreve a expresar con mucha cautela, como si la idea fuera una vara de hierro al rojo vivo—: ¿Y si esta guerra también fuera solo un sueño para mí? ¿Es posible que esté herido en un hospital y, cuando al fin despierte tras varios años inconsciente, alguien me dirá entonces que solo fue un sueño? Que esta jungla, la lluvia, todo es un sueño. Que la isla de Lubang solo es un producto de la imaginación, que solo figura en las cartas náuticas inventadas de los primeros exploradores, en las que el mar está habitado por monstruos marinos y las personas tienen cabezas de perros y dragones.
  • Juliana Jaramillohas quoted2 years ago
    El pasado siempre era descriptible y medible, pero su memoria había deformado los acontecimientos, a veces confundiéndolos. Diez años después de la muerte de Shimada, todavía lo veía en la jungla. La memoria, en su innata misericordia, no permite que el dolor se conserve en el recuerdo (de lo contrario, probablemente ninguna mujer querría tener más hijos después de haber experimentado los dolores de un parto). El futuro es siempre como una bruma deformante pero impenetrable sobre un paisaje desconocido, aunque a veces también reconocible. El día llega a su fin. El sol saldrá por la mañana. La temporada de lluvias comenzará en cinco meses. Y luego, lo inesperado, surgido de la nada: una bala de rifle, visible como una bala trazadora en la luz del atardecer. Te alcanzará en el futuro si no te apartas. El punto donde la bala habría impactado, el plexo solar, ya no está donde estaba. El desgaste del uniforme es inevitable, pero el inevitable porvenir se puede cambiar. Mancha por mancha, ralentiza la descomposición, el desgaste y la putrefacción. Al final, seguía siendo un uniforme
  • Juliana Jaramillohas quoted2 years ago
    Después de visitar el santuario, conversamos en un parque hasta bien entrada la noche. ¿Era sonámbulo entonces o estaba soñando el hoy, el ahora? Esa pregunta lo asaltaba a menudo en Lubang. No tenía ninguna prueba de que cuando estaba despierto estuviera realmente despierto ni tampoco tenía pruebas de que, cuando estaba soñando, lo estuviera haciendo de verdad. El crepúsculo del mundo. Las hormigas, cuando se detienen por algún motivo inexplicable, mueven las antenas. Tienen sueños proféticos. Las cigarras gritan al universo. En los horrores de la noche hubo un caballo de ojos brillantes que fumaba puros. Un santo dejó una huella profunda en la roca sobre la que dormía. Los elefantes, por la noche, sueñan de pie. Los sueños febriles empujan las rocas de la noche, que suben rodando las montañas que hierven de ira. La selva se arquea y se estira como las orugas que caminan cuesta arriba y cuesta abajo. La garza, acorralada, solo ataca a los ojos de sus perseguidores. Un cocodrilo se comió a una noble damisela. Los muertos pueden ser enterrados de pie, de espaldas al sol. Tres montan a caballo, la silla está vacía. La red del durmiente captura peces. Quien camina de espaldas también debería hablar al revés. Onoda al revés es Adono. El corazón de los colibríes late mil doscientas veces por minuto. Los indios silenciosos de Mato Grosso do Sul creen que los colibríes viven dos vidas simultáneas. Onoda solo se siente seguro entre el ganado, en Mato Grosso. Su corazón late con sus corazones, su aliento respira con ellos. Entonces sabe que el lugar donde se encuentra es el lugar donde está. La noche ha terminado y los bancos de peces no saben nada.
  • Luis Paredeshas quotedlast year
    futuro es siempre como una bruma deformante pero impenetrable sobre un paisaje desconocido, aunque a veces también reconocible.
  • Héctor Rojohas quoted7 months ago
    Inmerso en un universo sin par, por encima, por debajo, por todas partes, donde todos los sonidos me dejaban sin aliento, experimenté de pronto un asombro inexplicable. Estaba seguro de que lo sabía todo aquí y ahora. Se me había revelado mi propio destino. Y también supe que, después de una noche como esa, difícilmente me resultaría posible envejecer. Estaba seguro de que no viviría hasta los dieciocho años porque, iluminado por tanta gracia, el tiempo ordinario no volvería a existir para mí.
  • Héctor Rojohas quoted7 months ago
    a México, donde tuve que buscarme la vida para sobrevivir. Trabajé en las charreadas montando toros jóvenes como una especie de payaso de rodeo, aunque no sabía ni cabalgar. Actuaba con el nombre artístico de El Alamein porque nadie sabía pronunciar mi nombre y, para simplificar, me llamaban «el alemán». Pero yo insistía en El Alamein porque cada vez que salía a la arena me machacaban, para regocijo del público, y era un silencioso recuerdo de la derrota alemana en el desierto magrebí. Cada sábado celebraban de nuevo esa derrota, simbolizada por las heridas que yo sufría inevitablemente.
  • Héctor Rojohas quoted7 months ago
    hui a México, donde tuve que buscarme la vida para sobrevivir. Trabajé en las charreadas montando toros jóvenes como una especie de payaso de rodeo, aunque no sabía ni cabalgar. Actuaba con el nombre artístico de El Alamein porque nadie sabía pronunciar mi nombre y, para simplificar, me llamaban «el alemán». Pero yo insistía en El Alamein porque cada vez que salía a la arena me machacaban, para regocijo del público, y era un silencioso recuerdo de la derrota alemana en el desierto magrebí. Cada sábado celebraban de nuevo esa derrota, simbolizada por las heridas que yo sufría inevitablemente.
fb2epub
Drag & drop your files (not more than 5 at once)