En una aldea de Bengala tuve ocasión de contemplar una ceremonia de gran intensidad llamada Chauu. Los participantes, gentes de la aldea, escenifican batallas moviéndose hacia delante a pequeños saltos. Lo hacen mirando fijamente frente a ellos. En su mirada hay una fuerza extraordinaria, una intensidad increíble. Pregunté a su maestro: «¿Qué hacen? ¿En qué se concentran para tener una mirada tan intensa?». Él me respondió: «Es muy sencillo. Les digo que no piensen en nada. Sólo tienen que mirar hacia delante y mantener los ojos bien abiertos». Comprendí que jamás conseguirían esa intensidad si se concentraran en cosas como «¿qué siento?», o si hubieran llenado el espacio de ideas.