Veamos el ejemplo de la reacción del público. Si mientras estás improvisando notas la presencia de la gente contemplándote –como debe ser, de lo contrario no tiene sentido–, y esa gente se ríe, te arriesgas a que esa risa te empuje en una dirección que no hubieras tomado necesariamente de no oír esa risa. Deseas gustar y la risa te confirma que estás teniendo éxito, así que empiezas a concentrarte más y más en arrancar risas hasta que tus vínculos con la verdad, la realidad y la creatividad se disuelven, invisibles, en la diversión. Lo esencial es darse cuenta de este proceso y no dejarse atrapar en él a ciegas. De igual forma, si eres consciente de lo que provoca miedo, podrás observar cómo levantas tus defensas. Es necesario observar y cuestionar todos los elementos que dan seguridad. Un «actor mecánico» siempre hace lo mismo, así que la relación que establece con sus compañeros no puede ser sutil ni sensible. Cuando contempla o escucha a los otros intérpretes, sólo está fingiendo. Se oculta en su concha «mecánica» porque le da seguridad.