Quizá nacer en los años sesenta, en el mundo desarrollado, es lo mejor a lo que podíamos aspirar. Porque nuestras vidas mejoraron [sonrió], la calidad de vida, la esperanza de vida, todo mejoró y, de repente [frunció el ceño, pensando en sus hijos], eso es cuestionable. Hay muchos estudios que afirman que las cosas están empezando a desmoronarse un poco»