Los registros mostraban que el setenta por ciento de mis ventas las hacía en la primera cita, el veintitrés por ciento era en la segunda y el siete por ciento en la tercera o subsiguientes. Pero presta atención a esto: el cincuenta por ciento de mi tiempo se iba trabajando para lograr ese siete por ciento. “Así que ¿por qué molestarse con el siete por ciento?”, pensé. “¿Por qué no dedicar todo mi tiempo a la primera y la segunda cita?”. Esa única decisión aumentó el valor de cada llamada de $2,80 a $4,27 dólares.