Lydia Kúper

Sostenía que sólo había dos causas de los vicios humanos: el ocio y la superstición, y sólo dos virtudes, la actividad y la inteligencia.

Tan joven y ya abrumado por tantas riquezas, ¡cuántas tentaciones tendrá que sufrir! Si me preguntaran qué es lo que más deseo en el mundo, diría que ser más pobre que el más mísero mendigo.

«Debe parecerles muy sencillo alcanzar una victoria sin haber olido la pólvora»

«¿Y si no quedara otra solución que morir? —se preguntaba—. Moriremos, si es necesario. Y sabré hacerlo no peor que los demás»

Ya conoces mis principios: las cartas boca arriba.

Mi vocación consiste en ser feliz con la felicidad de los demás, la felicidad del amor y del sacrificio.

los mismos ojos brillantes, llenos de amor, las mismas lágrimas de júbilo y labios que ansiaban besarlo.

Es mucho más noble, y usted lo sabe, conde, confesar el error propio que llevar las cosas hasta un extremo irreparable