Paz ha escrito de la poesía de Urbina, “en la que abundan los cielos aterciopelados, los oros y las púrpuras expirantes, es como la plata de los volcanes al atardecer: ni demasiado brillante ni demasiado opaca”. Un paisaje poético que no caduca con el tiempo y que aún refleja las visiones más íntimas de cualquier lector.