Gracia Trujillo

queer es un modo estructurante e inteligente de desear que nos permite ver y sentir más allá del atolladero del presente”.

vídeo de la periodista y activista feminista Irantzu Varela, que se titula así, Lo normal

Pablo Pérez Navarro, “es imposible separar la dimensión simbólica de la libre determinación del género de la lucha contra la violencia y la exclusión económica y ma­­terial”

Michael Warner (1993: xxi) definió la heteronormatividad como “los procesos normalizadores que mantienen la heterosexualidad como la forma elemental de asociación humana, como el modelo de las relaciones entre los géneros, como la base indivisible de toda comunidad y como los medios de reproducción sin los cuales la sociedad no existiría”

cis-heteronormatividad como marco cultural.

Judith Butler (1990: 194) posteriormente se referirá a la “matriz heterosexual” como el “entramado de inteligibilidad cultural mediante la que los cuerpos, géneros y deseos son naturalizados”

Las diferencias no son el problema, como nos recuerda Silvia Federici, sino las jerarquías que se establecen entre ellas,

Las políticas identitarias han sido (y siguen siendo) importantes a la hora de obtener avances legales para las denominadas “minorías sexuales” y, al mismo tiempo, las aportaciones teóricas queer (como, por ejemplo, el énfasis en que las identidades son construcciones sociales, históricas, y no esencias, y que no podemos olvidar que los diferentes ejes de poder interseccionan) pueden ser muy útiles para repensar algunas de sus dimensiones.

Nuestra permanencia en los espacios académicos, investigando y hablando sobre estos temas, es una forma de activismo también.

Tanto construcción sociocultural como efecto de las primeras experiencias de la infancia, la identidad sexual no es innata ni simplemente adquirida, sino dinámicamente (re)estruc­­turada por formas de fantasía privadas y públicas, conscientes e incons­­cientes, que están culturalmente a disposición y son históricamente específicas (De Lauretis, 1995: 43).