o que solo la intervención de un político moderado como Diódoto (III 42-48) consiguió detener, poniendo ante los ojos de los atenienses las terribles consecuencias de sus decisiones (véase Andrewes 1962 y MacLeod 1978). Del mismo modo, años más tarde, el joven aristócrata Alcibíades (VI 16-18) consiguió convencer a los atenienses de la conveniencia de emprender una expedición contra la muy rica y poblada Sicilia, ocultando los peligros que