Ese es, hoy en día, el gran dilema. De la alta gastronomía y de los fogones más humildes. La alta cocina se reinventa y asume sin reparos que la voluntad de sus clientes es cuidarse cada día. Por eso, su propuesta debe considerarse como una excepción. Una excepción en el sentido más positivo de la palabra: hay que huir de los excesos para gozar de la creatividad