Obsérvese que, por nuestra parte, serán las espinas de la rosa las que cumplan el papel de dureza necesaria, el rol de salientes para herir o evitar ser herido, situaciones en las que la mayor parte de los contactos humanos suelen enmarcarnos. Sensible, la criatura humana verá en los animales, desde los orígenes, la fuerza y la astucia, el poder y la rapidez, pero sólo conferirá a las flores el símbolo de la realización completa, escogiéndolas para representar la serena belleza o la más equilibrada aquiescencia a la que se pueda acceder. Puro reflejo, la flor no se mueve, pero el sol la abarca por completo, y ella a él.