Después de la independencia de Ucrania en 1991, Kiev mantuvo Crimea, aunque Rusia retuvo el control de una base naval de Sebastopol, sede de la Flota del mar Negro. Tres años después, en el Memorando de Budapest de 1994, Rusia lo aceptó a cambio de que Kiev transfiera sus armas nucleares de la era soviética a Moscú. Así se iba zigzagueando entre los intereses de un extremo y del otro de Ucrania.