Miguel Martínez-Lage

Las mejores hilaturas poseían una finura de hasta quinientos hilos por pulgada, y se estructuraban en capas sucesivas, muy complicadas. Los soldados llevaban una armadura hecha de tejido acolchado, esculpido, casi tan eficaz como protección como las de metal que llevaban los europeos y, desde luego, mucho más ligera, como es lógico

Los incas, escribió en su artículo de 1963, no fueron derrotados por el acero y los caballos, sino por las enfermedades víricas y la desunión.

El mundo olmeca, de Ignacio Bernal; Armas, gérmenes y acero, de Jared Diamond; Ancient North America, de Brian Fagan; Prehistoria de América, de Stuart Fiede

Si se tienen en cuenta las tensas relaciones entre las sociedades blancas y los pueblos nativos, cualquier intento de indagar en la cultura e historia de los indios se convierte de por sí en motivo ineludible de un contencioso.

algunos arqueólogos han propuesto que los primeros pobladores de las Américas tuvieron que llegar hace veinte mil años, cuando el corredor de hielo era mucho más angosto.

Todo lo que dábamos por sabido es seguramente un craso error

En opinión de Deloria, la arqueología intenta sobre todo apaciguar la culpabilidad de los blancos.

«La trayectoria del ser humano —escribió el historiador Ronald Wright— se divide en dos: todo lo que hubo antes de la revolución neolítica y todo lo que vino después»

Desde entonces, todas las culturas europeas y asiáticas, sin que importe lo dispares que puedan ser por su apariencia, se hallan a la sombra de la civilización sumeria.

Los investigadores saben desde hace mucho que en Mesoamérica se produjo una segunda revolución neolítica, independiente de la primera.