La conversión de las zapatillas en un producto de corta duración que se aprecia y paga por su apariencia, y no tanto por sus posibilidades, que se ha convertido en imprescindible para la población de los países ricos y de muchos pobres, que eligen por nosotros robots emboscados en cuevas informáticas de datos, sintetiza una nueva forma de relacionarnos con las cosas que compramos, con los objetos, artilugios, muebles, atuendos, libros, decoraciones, entretenimientos, electrodomésticos y demás productos con los que llenamos nuestros días y atiborramos nuestras casas.