En una estación de El Cairo, un día de primavera de 1923, una multitud de mujeres con velos y túnicas negros bajó de sus carros tirados por caballos para recibir a dos amigas que regresaban de un encuentro internacional feminista en Roma. Huda Shaarawi y Saiza Nabarawi salieron a la pasarela del tren. De repente, Huda —seguida por Saiza, la más joven de las dos— se retiró el velo del rostro. Las mujeres que habían ido a recibirlas rompieron en aplausos. Algunas imitaron su gesto. Las crónicas de la época recogen que los eunucos que custodiaban a las mujeres fruncieron el ceño con desagrado. Este acto valiente marcó el fin del sistema del harén en Egipto. En ese momento, Huda estaba dividida entre las dos mitades de su vida: una vivida dentro de las convenciones del sistema del harén y la que protagonizaría como líder del movimiento feminista.