las autoridades supremas de Arabia Saudí quieren dejar claro que no fue la valiente lucha de estas feministas la que culminó en este momento, cuando por fin el reino levantó la prohibición que impedía conducir a las mujeres, sino que fue un príncipe embarcado en un ejercicio de revisionismo titánico quien les ha otorgado esa gracia. Permitir que las feministas celebren lo que es, en todos los sentidos, una victoria tras años de activismo, alimentaría la idea de que el activismo funciona: una verdad que los autoritarios odian