Kathryn Stockett

Me echaría a llorar si tuviera tiempo para ello

–No dejes que se aproveche de ti.
Me vuelvo y la miro con sospecha. Por muy frágil que parezca bajo sus mantas de lana, ¡ay de aquel que se atreva a minusvalorar a Madre!
–Si ese Stuart no se da cuenta de lo inteligente y atenta que eres y de lo bien que te he educado, que se vuelva a State Street. –

Cosas que no se pueden vestir», los pantalones deportivos grises de corte masculino. Cuando termina, sonríe satisfecha

–No estoy creando problemas, Stuart. Los problemas ya existen

son tantas las cosas que ignoramos de las personas... Me pregunto si habría podido hacer un poco más fácil la vida de esta mujer si lo hubiera intentado. Podría haberla tratado un poco mejor

–¿Lo de limpiarme bien el culito cuando termino?

Entonces las dice, justo lo que yo necesitaba escuchar:
–Eres buena, eres lista, eres importante.

que está tan atrapada por su forma de pensar que no fue capaz de reconocerse cuando leyó el libro

Miss Hilly está atrapada en su propia prisión de por vida

¿Quién sabe? Es posible que no sea tan mayor para volver a empezar. Me río y lloro a la vez al pensar en esto, porque justo anoche decía que ya no tenía edad para comenzar una nueva vida.