Ann Liang

Todo su ojo izquierdo está cerrado por la hinchazón y la piel que lo rodea es de un vivo color azul violáceo.

otro capitán, ¿verdad? Mi hermano pequeño habla de ti todo el tiempo”.

Luego me devuelve el beso, me acerca más y algo dentro de mí pierde el equilibrio.

parte más terrible de esto es que no se siente terrible en absoluto; ni el cálido rubor de su piel contra la mía ni la firmeza de su agarre o el sonido sin aliento en el fondo de su garganta.
Quiero quedarme así.

"Disculpe", murmura, aclarándose la garganta. No me mirará a los ojos. “Voy a salir para…” Hace un gesto vago hacia la puerta sin terminar la frase, y luego sale, con pasos rápidos y urgentes, con los hombros tensos.

"Tienes que entender . . . Si supieras el efecto que tuviste en mí, con qué frecuencia pienso en ti, las cosas que haría por ti. . . No volvería a tener ninguna posibilidad contra ti. Me habrías quitado todo”

" No ... Dios mío, es por eso que estás tan atrasado en los chismes".

sino todo mi corazón. Mi orgullo. Dios, mi cordura . Todo habría terminado. Me aniquilarías”.

“Quiero decir, en realidad no ha pasado nada entre nosotros”, dice con voz ronca, “y ya me resulta difícil concentrarme cuando estás cerca. Mi hermano tenía razón, en cierto sentido, al decir

que eres una distracción, excepto que eres mucho más que eso. No puedo fingir que me importan las cosas que alguna vez me interesaron. No puedo quedarme dormido. Reproduzco cada mirada que alguna vez has lanzado en mi dirección. Leo sus correos electrónicos una y otra vez hasta que quedan grabados en mi memoria. Tú me hiciste esto”