“Y Sadie es la luz de mi vida”, dice Julius, con el labio curvado, aunque hay una nota extraña en su tono. Algo que podría confundirse con sinceridad. “El sol en mi cielo, la fuente de toda mi alegría. Ella es la razón por la que me despierto cada mañana emocionado por ir a mis clases. No pasa un día en el que no esté agradecido de que ella exista, de que esté ahí, de poder hablar con ella, cruzarme con ella por los pasillos y escucharla reír”.