Ahora no nos vamos a pelear, las peleas, como los telegramas, el pobre papá siempre lo decía, acuérdate, Lucía, ni antes del desayuno ni durante el desayuno y nunca de siete de la tarde en adelante. Además, reconoce que lo que te pasa no tiene que ver apenas nada ni con Fernandito ni con Tom: el desayuno no es tu buen momento, ¡reconoce! Haber bajado a las diez de la mañana para desayunar con la familia es, Lucía, una especie de milagro. Es muy de agradecer, y que Tom también haya venido es muy de agradecer…