si las propuestas científicas, técnicas y planificadoras coherentes y honestas siempre han tratado de basarse en las pruebas científicas, ¿qué hay de nuevo en la mbe para que su nombre sea invocado, ya no como una herramienta necesaria, sino, a menudo, como mera jaculatoria o mantra repetitivo, en todas las planificaciones, pruebas técnicas e investigaciones en el campo de la salud mental y la psiquiatría? A nuestro parecer, hay motivos más ideológicos que científicos o epistemológicos en esa insistencia: el empirismo más ciego vuelve a «campar a sus anchas». Con la misma ilusión empirista e ingenua de la Ilustración ochocentista y el racionalismo, se espera que por la mera acumulación de conocimientos y datos se puedan aclarar los temas controvertidos. Pero existe un segundo motivo, hoy cada día más patente: haciendo esa invocación se supone que se ata con una mordaza ideológica a los oponentes. ¿Cómo se puede ir en contra de «las pruebas científicas»?