Bibiana Collado Cabrera

VOLUNTAD
Como se cambia de lugar el pan
o la sal
sobre la mesa,
así quisiera cambiar yo
el lugar de mi cuerpo
sobre la escritura.

Por qué es tan difícil escribir sobre ello? Porque escribirlo implica ejercer violencia sobre el lenguaje. Y el gesto me acerca a él, a su violentar sobre mí, como yo violento la palabra

convertir lo interior en exterior sin usar el
cuchillo
sobrevolar el tiempo memoria arriba
y regresar al punto de partida
al paraíso irrespirable
Blanca Varela

La palabra despecho constituye
un éxito del lenguaje
—y el lenguaje siempre es patrimonio del
opresor—.

El lenguaje nos niega la rabia del vencido,
condenándonos al llanto blando de la pérdida,
borrando cuidadosamente cada uno
de los trazos infringidos sobre el cuerpo-alfabeto
de mi lengua.

La palabra despecho no me deja decir
la palabra víctima.

Temerme a mí, a mi cabeza, a mi angustia.
Al dolor puesto en duda en boca ajena.
Dudar de mí. Dudar del dolor.

¿Quién me enseñó a doler?
¿Quién naturalizó el insomnio
y me entregó estas toscas armas
contra mí misma?

¿Cómo decirles que no se dejen
hacer aquello
que yo he dejado?
¿Cómo descubrirse víctima
y seguir siendo dueña del discurso?

¿Es posible, en fin, que el veneno sea una forma de vida?