Estoy en condiciones de mostrar que, más que profundas diferencias, hubo un maquillaje superficial que no tocó el fondo del mecanismo que vengo describiendo.
Esta es la “normalidad” que supimos conseguir. Normalidad que de ningún modo organizaba la distribución del ingreso nacional entre 1945 y 1975. En ese lapso, los asalariados se llevaron no menos del 42 % del producto bruto interno (PBI) argentino, y no más del 48 %. Gobernara quien gobernara, ese fue el patrón de distribución.