No condenes. Así como no puedes estar bajo el pellejo de tu prójimo, tampoco te es posible saber qué clase de dificultades ha tenido que confrontar él; cuánta tentación, falta de entendimiento o estupidez dentro sí mismo ha debido superar. Tú mismo no eres perfecto y serías mucho peor si estuvieras en sus zapatos. ¡No juzgues!