La producción crítica de Juan Acha es uno de los testimonios más lúcidos de las transiciones del pensamiento estético en América Latina entre las décadas de los sesenta y ochenta. Las inflexiones y giros en su discurso en ese tiempo son un índice de varias otras transformaciones en el campo cultural y social de una América Latina afectada por las tensiones internacionales asociadas a la Guerra Fría y la aparición de regímenes militares represivos en muchos países del Cono Sur. Acha pertenece a una generación de historiadores y críticos como Aracy Amaral y Mario Pedrosa en Brasil, Damián Bayón y Jorge Romero Brest en Argentina, Marta Traba en Colombia, entre otros, quienes impulsaron debates sostenidos sobre la situación del denominado «arte latinoamericano»