Atormentarnos con pensamientos y recuerdos dolorosos, con palabras tortuosas como: «¿por qué a mí?», «y si hubiera», «yo no merezco esto», «¿por qué no puedo volver el tiempo atrás?», «quiero que vuelva, porque no sé vivir sin su presencia», «quizá si en vez de esto, hubiese hecho aquello», y tantas otras, lo único que hace por nosotros es anclarnos en un estado permanente de angustia.