Ezequiel Dellutri

Para mi sobrino preferido siempre estoy despierto.

Nadie puede decirte que estás viejo, Bruno: te das cuenta solito,

Sin saber por qué, pensé que, si yo podía nombrar el olvido con la misma naturalidad con la que lo hacía él, íbamos a poder vincularnos. No se trataba de negarlo, ni de pensar que iba a desparecer, ni de creer que no dolía; pero si los dos sabíamos que la lucha estaba perdida, ¿no era lo más inteligente asumir la derrota y empezar a disfrutar de nuestro fracaso?

Ahora, al recordarlo, me doy cuenta de que, cuando uno llega a cierta edad, no recibe un diagnóstico, sino una condena

Porque yo no quería dormir.
Yo quería soñar.

Hay algo mejor que meterse en el mundo de otro: inventar el tuyo.

Hay distancias que a veces se hacen demasiado largas; llega un momento en el que no hay tiempo, o ganas, de desandarlas.

cuando uno pisotea el ikigai de alguien, sin darse cuenta, está también pisoteando su espíritu.

La vergüenza es contradictoria: te quema por fuera, te congela por dentro.

yo no soy el de las fotos: fui, pero ya no.