No soy una huérfana triste como las de los cuentos, porque tengo a mi papá y a Martha. Pero a veces, cuando la veo abrazar a Nico, o cuando me enfermo o me regaña, me pregunto si una mamá verdadera te quiere igual que una adoptiva, o si ese secreto solo podía compartirlo con la muchacha de la foto en blanco y negro que no mira de frente a la cámara, sino hacia un punto fuera del cuadro, y que no se sabe si está triste o contenta.