Se trata de algo mucho más serio que una simple medida supuestamente equitativa que en realidad presenta un sesgo masculino. Un tercio de la población mundial carece de un aseo adecuado[160]. Según las Naciones Unidas, una de cada tres mujeres no tiene acceso a un aseo seguro[161], y WaterAid informa de que las niñas y las mujeres pasan conjuntamente noventa y siete mil millones de horas al año buscando un lugar seguro para hacer sus necesidades[162]. La falta de una provisión adecuada de inodoros es un problema de salud pública para ambos sexos (por ejemplo, en la India, donde el 60 % de la población no tiene acceso a uno[163], el 90 % de las aguas superficiales están contaminadas[164], pero el problema es particularmente grave para las mujeres, en gran parte debido a la noción de que los hombres pueden «hacerlo en cualquier parte[165]» mientras que es vergonzoso ver a las mujeres orinar. Las mujeres se levantan antes del amanecer y luego esperan durante horas a que anochezca para salir de nuevo en busca de un lugar relativamente privado para orinar o defecar[166]. Y esto no solo es un problema en los países pobres: Human Rights Watch habló con las jóvenes que trabajaban en los campos de tabaco de Estados Unidos y descubrieron que «se abstenían de hacer sus necesidades durante el día, evitando el consumo de líquidos, lo que aumentaba el riesgo de deshidratación e insolación[167]».