factores implicados en el desarrollo de la adaptación evitativa en los niños, que puede extenderse hasta la edad adulta:
Aislamiento. Dicho de forma simple, puede que los niños estén solos demasiado tiempo. Aunque no estén completamente solos o aislados, no crecen con suficiente tiempo de contacto directo con sus cuidadores.
Falta de presencia. Aunque los padres estén físicamente con ellos, no están suficientemente presentes. Puede que los cuidadores se encuentren con los niños pero que estén ausentes psicológica y emocionalmente, de forma que los niños se sienten como si no hubiera nadie en casa.
Presencia basada en tareas. Puede que los padres estén presentes con sus hijos solo cuando están intentando enseñarles algo. Los niños traducen este tipo de presencia como: «Estoy aquí para ti, pero solo si resultas útil o funcional».
Ausencia de contacto. Antes mencioné lo importante que es el contacto físico cariñoso para los niños. Lamentablemente, demasiados niños crecen sin él. Puede que tengan muchos adultos a su alrededor, pero aun así desarrollan una adaptación evitativa si carecen de un contacto físico apropiado y afectivo. Sufren de «hambre de piel».
Negligencia emocional. La negligencia emocional significa que los cuidadores no son sensibles a las necesidades emocionales de los niños. Estos no reciben una respuesta oportuna o de calidad, o bien no obtienen una atención emocional adecuada en absoluto. Su experiencia dominante es la de la falta de respuesta sistemática.
Disonancia expresiva. Puede que los padres empleen expresiones faciales que no correspondan a su estado emocional (sonríen cuando están enfadados o tristes, por ejemplo). Los niños que experimentan esto de manera continuada tienen dificultades para expresarse ellos mismos de forma auténtica con expresiones faciales coherentes y, a menudo, tienen problemas para entender, interpretar o transmitir las señales sociales apropiadas.
Interacción alterada. En algunos casos (por ejemplo, cuando están enfermos o no pueden demostrar los comportamientos de apego habituales), los niños no estimulan de forma adecuada los comportamientos de apego seguro en sus padres. Esto también puede ocurrir en la otra dirección, cuando un progenitor es físicamente incapaz de responder de una manera que active la red de apego seguro del niño.
Rechazo. Desafortunadamente, algunos niños sufren un rechazo absoluto por parte de sus padres. Aunque el rechazo no siempre implica una hostilidad evidente, puede tener un efecto muy profundo en los niños, especialmente si es algo habitual.