que llamamos «vida» es solo una ilusión de continuidad: una sucesión de momentos, un flujo de pensamientos, emociones y recuerdos, que sentimos como nuestra posesión. Y, en consecuencia, nosotros aparecemos como los poseedores de esa continuidad. Sin embargo, al examinarla, descubrimos que esa continuidad es semejante a un sueño, es ilusoria. No es una realidad continua o sustancial. Consiste en momentos individuales, que surgen, se disuelven y surgen de nuevo, como las olas en un océano. Por lo tanto, este «yo» también surge y se disuelve en cada momento. No continúa de un momento al siguiente. El «yo» de un momento se disuelve y desaparece. El «yo» del siguiente momento surge de nuevo. No se puede decir que estos dos «yos» sean lo mismo o sean algo diferente, pero la mente conceptual los identifica como un yo singular y continuo: «Sí, este soy yo…».