Lo que Dios estaba diciendo es que el corazón humano toma cosas buenas, como una carrera de éxito, el amor, los bienes materiales e incluso la familia, y las convierte en esenciales. Nuestros corazones las deifican como el centro de nuestras vidas, porque pensamos que, si las alcanzamos, pueden ofrecernos trascendencia y seguridad, tranquilidad y plenitud.6