Los seres humanos somos inevitablemente sexuales en una parte de nuestro ser. El sexo no lo es todo, desde luego, pero sí forma parte de nuestro conjunto. Y para vivir el sexo, es indispensable vivir el deseo sexual: desear, pero también ser deseado. A causa de las modas y los caprichos de cada época, muchas personas viven el deseo por otros, pero no el hecho de ser deseadas. Y esto produce un sufrimiento interno que no se puede despreciar. Puedes decirle mil veces a una adolescente que si nadie la desea no importa, pero no te va a creer. No podrá creerlo.