“Las palabras o el lenguaje, tal como están escritos o hablados”, escribió, “no parecen desempeñar ningún papel en mi mecanismo de pensamiento. Las entidades psíquicas que parecen servir como elementos en el pensamiento son ciertos signos e imágenes más o menos claras que pueden reproducirse y combinarse ‘voluntariamente’... Este juego combinatorio parece ser el rasgo esencial del pensamiento productivo, antes de que exista cualquier conexión con la construcción lógica de las palabras u otros signos que pueden ser comunicados a otros”.