¿y dime tú, que lo mismo da un pájaro que otro?
y el Azarías, implorante,
¿autoriza el señorito que dé razón al Mago del Almendral?
y el señorito adelantó indolentemente su hombro izquierdo,
¿al Mago?, muy gastoso te sales tú, Azarías, si por un pájaro tuviéramos que llamar al Mago, ¿adónde iríamos a parar?,
y tras su reproche, una carcajada, como el cárabo, que al Azarías se le puso la carne de gallina y,
señorito, no se ría así, por sus muertos se lo pido,
y el señorito,
¿es que tampoco me puedo reír en mi casa?
y otra carcajada, como el cárabo, cada vez más recias, y a sus risas estentóreas, acudieron la señorita, la Lupe, Dacio, el Porquero Dámaso y las muchachas de los pastores, y todos en el zaguán reían a coro, como cárabos