Marcelo Tombetta

  • Alberto Chimalhas quoted2 years ago
    esos pasajes memorables que no solo son sobrecogedores, sino que nos dan la certeza de aferrar algo esencial, fundamental. Nos hacen vislumbrar un abismo que formaba parte de nosotros y que nadie todavía había sondeado.
  • Alberto Chimalhas quoted3 months ago
    «Porque he aquí que yo crío nuevos cielos y nueva tierra: y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento.»
  • Miguel Ángel Vidaurrehas quoted5 months ago
    A los doce años le gustaba ya lo que habría de gustarle toda su vida: escuchar música, leer y escribir a máquina. Pedía a su madre que le regalara discos de música clásica, al comienzo los de 78 revoluciones, y cultivó el talento, del que tanto el uno como el otro se sentían no poco orgullosos, de identificar al cabo de algunas notas cualquier ópera, sinfonía o concierto que tocaran o incluso tararearan delante de él. Coleccionaba revistas ilustradas en las que, con el pretexto de la divulgación científica, se hablaba de continentes sumergidos, de pirámides malditas y naves misteriosamente desaparecidas en el mar de los Sargazos. Dichas revistas tenían como título sugestivos epítetos: Astounding, Amazing, Unknown... Pero también leía los relatos de Edgar Poe y de H. P. Lovecraft, el ermitaño de Providence cuyos personajes afrontaban abominaciones tan monstruosas que no lograban describirlas.

    Pronto empez
  • Miguel Ángel Vidaurrehas quoted5 months ago
    Jóvenes talentos» en la Berkeley Gazette. El responsable literario de la revista, que firmaba «tía Flo» y defendía el realismo (la línea Chéjov-Nathanael West), lo exhortaba a escribir sobre lo que conocía, la vida de todos los días, los pequeños detalles verdaderos, a controlar su imaginación. Considerándose incomprendido, Phil fundó su propia revista, de la que era el único redactor. Sé que no suscitaré más que una aprobación distraída calificando de premonitorios el nombre de la revista –The Truth
  • Miguel Ángel Vidaurrehas quoted5 months ago
    En el ejemplar, muy raro y carísimo, figuraba un cuento titulado «El Imperio nunca dejó de existir».
  • Miguel Ángel Vidaurrehas quoted5 months ago
    Sabía que si leía «El Imperio nunca dejó de existir» le serían revelados todos los secretos del mundo, pero presentía que ese conocimiento comportaba un peligro. Lovecraft lo había escrito: si conociéramos todo, el terror nos haría enloquecer. Llegó a representarse su sueño como una trampa diabólica y el ejemplar escondido debajo de la pila como un monstruo agazapado, dispuesto a devorarlo tan pronto como llegara al final del tobogán que conducía a sus fauces
  • Miguel Ángel Vidaurrehas quoted5 months ago
    fines de los años treinta, el progreso de estos tests había modificado considerablemente las ideas que un americano medio tenía sobre lo que ocurría en su cabeza y en la de su vecino. En el momento de la declaración de la guerra, los tests revelaron que de los catorce millones de soldados convocados, más de dos millones padecían problemas neuropsi
  • Miguel Ángel Vidaurrehas quoted5 months ago
    ro los psiquiatras y psicoanalistas americanos, menos rigurosos que en Europa sobre las diferencias entre sus disciplinas, habían incorporado el freudismo a sus ideas pragmáticas y se consagraban más a la adaptación a las normas sociales que al conocimiento o a la aceptación de uno mismo. Los tests que hacían pasar por la fuerza a sus pacientes, para evaluar sus progresos, tenían un solo objetivo: que funcionaran normalmente. O, al menos, que dieran la impresió
  • Miguel Ángel Vidaurrehas quoted5 months ago
    El verbo inglés to fix, que significa a la vez «arreglar», «preparar» y «sujetar», y que además evoca una estabilidad conquistada tras una ardua lucha, englobaba todo lo que él más estimaba del genio humano; los personajes de sus libros serán eternos técnicos reparadores, pequeños artesanos atornillados a su mesa de trabajo. Esto puede parecer extraño en un chico que leía vorazmente y crecía en la más intelectual de las ciudades universitarias, pero desde muy temprano él había elegido su campo, antes aun de que lo acusaran de despreciar las uvas que no podía alcanzar. Su ambiente preferido no sería nunca ni el de la universidad, ni el de los cafés donde los estudiantes pretenden cambiar el mundo, sino la pequeña empresa, la tienda frente a la cual se barre la acera todas las mañanas, antes de levantar las persianas metálicas y recibir a los primeros clientes.
  • Miguel Ángel Vidaurrehas quoted5 months ago
    Así, en octubre de 1951, la revista de Boucher publicó el primer cuento «profesional» de Philip K. Dick: «Roog». En este relato un perro persigue a los basureros ladrándoles porque ha intuido que no son verdaderos basureros, sino extraterrestres que primero recogen y analizan los desechos de los terrícolas para luego, según se adivina, terminar recogiendo a los mismos terrícolas.
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