Editorial Comba

  • Josué Osbournehas quotedlast year
    10 de agosto

    ¿De qué parte de mí no me ocupo cuando me ocupo tanto del otro? ¿De qué parte de mí prescindo cuando controlo al otro?
  • raqueldalton123has quotedlast year
    aunque conozcamos los mínimos detalles de un cuerpo, nunca, nunca poseemos el secreto de quien lo habita.
  • raqueldalton123has quotedlast year
    No sabía cómo manejar la situación, era una niña, era mi hija.
  • raqueldalton123has quotedlast year
    Vámonos antes de que estos tipos lleguen hasta aquí
  • Eduardo Plaza Ávilahas quoted2 years ago
    Era conveniente y oportuno que todos empezaran a deshacerse de ese tipo de parámetros desde ya, pues no les iban a servir de mucho. Tus padres se abalanzaron
  • Eduardo Plaza Ávilahas quoted2 years ago
    dijo un par de cosas a algunos de tus espectadores, a ésos que entraban en el rubro de personal médico. Los que entraban en el rubro
  • Nora Alvarezhas quoted5 months ago
    No eres tú, es el destornillado cotidiano azar,

    la puerta del delirio, la fangosa realidad,

    los narcos, la inflación, la solución impar,

    los dioses apagados, la fantasía incapaz,

    Berlín, Fidel, el Papa, Gorbachov y Alá.

    No eres tú, mi amor… son los demás.

    Santiago Feliú
  • Yatzel Roldánhas quoted2 years ago
    Todo ocurrió en 1993, año cero en Cuba. El año de los apagones interminables, cuando La Habana se llenó de bicicletas y las despensas se quedaron vacías. No había de nada. Cero transporte. Cero carne. Cero esperanza. Yo tenía treinta años y miles de problemas.
  • Yatzel Roldánhas quoted2 years ago
    Soy licenciada en Matemática y a mi profesión le debo el método y el razonamiento lógico. Sé que hay fenómenos que sólo pueden ocurrir cuando determinados factores se reúnen, y ese año estábamos tan jodidos que fuimos a converger hacia un único punto. Éramos variables de la misma ecuación. Una ecuación que quedaría sin resolver hasta muchos años después, ya sin nosotros, claro
  • Yatzel Roldánhas quoted2 years ago
    Vivir en La Habana era como estar dentro de una serie matemática que no converge a nada. Una sucesión de minutos que no iban a ninguna parte. Como si todas las mañanas despertaras en el mismo día, un día que se ramificaba y se volvía pequeñas porciones que repetían el todo. Horas enteras sin electricidad. Poca comida. Arroz con chícharos a diario. Y la soja. Picadillo de soja. Leche de soja. En Europa eso será un lujo dietético, aquí era el pan nuestro de cada día. Y sólo teníamos derecho a un pan al día. Una pesadilla.
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