Hans Jonas

Recuperar lo ausente o hacer aparecer el presente. Los dos sentidos de la representación

Donde la imagen natural aparece solo en presencia de lo que muestra (no se da ninguna aparición en un espejo a menos que haya alguien o algo parado enfrente), la imagen artificial lo hace aparecer en ausencia: es, por así decirlo, en ausencia que hace aparecer a su sujeto y lo somete al juicio de la mirada.

La representación pone ante nuestros ojos lo que se sustrae a la presencia, al horizonte inmediato del presente, ya que solo convoca a comparecer a los ausentes

Pero si la representación es pues, según esta primera acepción, una sustitución, es también un acto: hacer aparecer lo ausente es hacerlo reaparecer, hacer resurgir lo desaparecido

efecto perturbador de la realidad, como si la representación fuera a veces más real que la vida, más real que la realidad que pretende reemplazar.

Recapitulemos: representar sería ponernos en presencia de una ausencia, traerla de vuelta, re-presentarla. E

la semántica de la representación, una forma de representación que no obra como sustituto, sino como intensificación.

Representar sería, pues –en un segundo sentido–, hacer que vuelva a salir [faire ressortir] lo que ya está ahí, hacer aparecer lo que ya está presente, en estado latente.

Desde el alisado del sustrato hasta la creación de la arquitectura museística del white cube, se trata de hacer olvidar las cualidades del «aquí» para transportar mejor al espectador a un «otro lugar»

Los griegos consideraban que, por su origen, la pintura siempre sería una esquigrafía, literalmente una «escritura en sombra»