el presentismo que sigue hoy tan vigente ha llevado a que se olvide el pasado, a que se oculte todo componente de la historia que no pueda convertirse en un souvenir y a forzar al mundo a renunciar al futuro, subsumiéndolo en un presente sin fin, en un ahora líquido en el que la vida queda reducida “a una serie de proyectos de corto alcance y de episodios que son, en principio, infinitos”, como explicaba Zygmunt Bauman.